martes, 24 de marzo de 2009

El arquitecto Lamela y sus dudas sobre la contaminación lumínica

Hace ya tiempo que uno está casi acostumbrado a leer y escuchar barbaridades todos los días, especialmente relacionadas con la astronomía, pero debo admitir que aún me queda capacidad de asombro, al menos asombrado me quedé en el momento en que por primera vez leí esto:

http://www.ifema.es/prensa/ficha_nota2_es.jsp?id_elemento=46313&feria=1754&fecha=01/01/2007&pagina=1

La nota de prensa se hace eco de unas declaraciones del señor Antonio Lamela hablando sobre el tema de la contaminación lumínica, declaraciones desde mi punto de vista bastante desafortunadas.

En primer lugar es lejanamente posible que no se sepa quién es este señor, por ello a modo de resumen diré que se trata de un arquitecto bastante importante que ha dejado su impronta en forma de edificios emblemáticos en ciudades como Madrid, edificios como las torres Colón, el estadio Santiago Bernabeu o la T-4, esta última a medias con Rodgers, ese otro genio urbanístico que en breve hará de Valladolid un lugar mejor según dicen él y los responsables del Ayuntamiento. En definitiva estamos hablando de una persona con amplios conocimientos técnicos, con gran talento para la arquitectura y que habla desde una posición de autoridad, autoridad que le proporciona una gran trayectoria como arquitecto, por eso sus declaraciones me parecen más dañinas.

Otras veces he leído cartas al director de alguna persona que con el atrevimiento que solo puede dar la ignorancia calificaban el tema de la contaminación lumínica como un exceso de los ecologistas, algo absolutamente nimio, y por supuesto uno ya está acostumbrado a que la misma ignorancia (unida a la despreocupación) haga que los políticos nunca hablen de esto hasta que les tocan los bolsillos. Digo esto último porque ha habido que esperar a que nuestro gobierno decidiese eliminar la tarificación nocturna de la electricidad para que en ciudades como Valladolid se empiecen a tomar medidas en aras de la eficiencia energética en el alumbrado público, sencillamente porque ahora eficiencia energética es igual a eficiencia económica más que antes, clama al cielo que solo aprendamos a palos. A modo de apunte quiero remarcar que esta medida me la podría esperar de un gobierno de derechas, perdón, quería decir de centro, pero que desde un gobierno socialista tomen medidas que van a hacer que esas familias de las que tanto dicen preocuparse paguen más me parece bochornoso, eso si, nos van a regalar bombillas de bajo consumo, muchas gracias por despilfarrar dinero público para arreglar absolutamente nada, aunque eso es harina de otro costal y me metería en un debate político, cosa que no persigo. Tras este pesado prólogo creo que va siendo hora de analizar lo que tan poco me ha gustado leer.

Poniendo en contexto estas declaraciones para aquellos que no han querido leer el link arriba indicado debo decir que aún más sorprendente que la persona que las hace es el hecho de que las hace mientras habla de sostenibilidad y arquitectura, cito textualmente de la fuente ya indicada: “Lamela considera que debemos ser sensatos, lógicos y, sobretodo, aportar soluciones asumibles desde una perspectiva económica y funcional, y que haga de los edificios un elemento que dure muchos años, por que para eso se han concebido.”. Vamos, que lo que después dice lo hace en medio de una disertación sobre funcionalidad y de economía, lo que no hace otra cosa que dejar en evidencia una profunda contradicción en sus palabras. Reproduzco a continuación el párrafo que ha dejado anonadado a este apático aficionado a la astronomía:

“Hemos pasado de la iluminación con un candil a multitud de retos grandiosos como los actuales. Proyectos para iluminar ciudades, monumentos, o kilómetros de autopistas, son grandes obras que pueden traspasar nuestras miras terrestres. Es decir, el dimensionamiento de un proyecto de iluminación puede ya considerarse desde una perspectiva terrestre como extraterrestre. A todos nos gusta admirar la Tierra; esas imágenes nocturnas donde aparecen iluminados los grandes núcleos de población”. El veterano arquitecto tiene sus dudas acerca de la contaminación lumínica: “la perspectiva para abordar la contaminación con luz es terrestre, olvidando la belleza de esta luz desde el espacio. Y sobretodo, estamos obviando el inmenso logro que representa para la Humanidad disponer de la luz a todas horas… El arquitecto actual tiene nuevos retos técnicos. Nuevos horizontes para convertir lo estático en dinámico”.

Y se habrá quedado tan ancho después de decir esto. Ya que hablamos de perspectivas hablemos de la perspectiva del sentido común, pensaba incluir la prudencia pero como creo que de eso falta bastante en esas declaraciones voy a permitirme la imprudencia de afirmar que este insigne urbanista no tiene demasiada idea de las implicaciones de lo que dice.

Desde la ignorancia urbanística y únicamente con el sentido común de mi lado debo decir que a mi parecer la única perspectiva desde la que se debe abordar un proyecto de iluminación es la perspectiva de la eficiencia. Parece que nos olvidamos de que la luz que sale de esas bombillas es energía, y de que la energía tiene un precio no tanto económico como medioambiental, y como el medioambiente es terrestre me voy a permitir decir que a mi la perspectiva extraterrestre me parece una soberana bobada. Además debo solicitar que no se me incluya en ese “a todos” con que empieza esa rotunda afirmación. A mi no me gustan esas fotos de la Tierra de noche, a mi no me gusta ver lo que debería ser un espacio oscuro lleno de puntitos luminosos, a mi no me gusta ver como millones de vatios que pagamos todos se dispersan por el espacio, a mi no me gusta ver como se contamina un poco más el planeta para obtener energía que luego tiramos al espacio y que no usamos, y por último, a mi no me gusta que para ver puntitos luminosos ahora tenga que ver una foto de la superficie terrestre de noche y tomada desde el espacio cuando antes podía levantar la cabeza y ver las estrellas.

En medio de los problemas energéticos que sufrimos, en medio de toda esta concienciación ecológica a este señor le parece bello el espectáculo del derroche, no es bello es algo bastante penoso, tan penoso como al que se le ocurre incendiar un monte porque el fuego le parece bello. Esto último no es demagogia, porque en este momento la energía que utilizamos no viene en su mayoría de fuentes de energía renovables, viene de fuentes de energía contaminantes, así que preguntémonos cuántas toneladas de carbón, o petróleo, se han quemado para suministrar energía a esos maravillosos y bellos proyectos de iluminación, porque a lo mejor el precio de esas bellas fotografías ha sido el de unas cuantas toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera, o el de la aparición de desiertos en lo que antes era tierra fértil. La belleza que tanto le gusta al señor Lamela seguro que no le ha parecido tan estupenda a aquellos que ya sufren en sus carnes los efectos del cambio climático, y por supuesto que esta llamada contaminación lumínica no es la única culpable, pero lo cierto que es una ayuda. Muchos se han quedado solo en las primeras líneas de la definición de lo que es contaminación lumínica, es decir, el brillo artificial del fondo del cielo debido a la luz que emitimos al mismo, ese brillo anaranjado que cubre nuestras cabezas en la noche y que hace que el fondo naranja del cielo brille más que las estrellas. Muchos se piensan que la contaminación lumínica es cosa que solo afecta a los astrónomos, que se acaba en ese cruel robo en el que nos sustrajeron la belleza del cielo nocturno, de una noche estrellada. Pues no acaba ahí, la contaminación lumínica lleva incluida una contaminación medioambiental absolutamente innecesaria. Desde luego a mi no me apetece pagar tan alto precio por esas imágenes que tanto aprecia el señor Lamela.

Hay que tener en consideración también el efecto dañino que estas luces artificiales tienen sobre la fauna. Habría que ver cómo la antinatural iluminación nocturna altera lo natural y tiene consecuencias perniciosas para la fauna, claro que esto es natural según el señor Lamela: “todo lo que deriva de la actividad humana, de su interacción con el medio, es tan natural como la del resto de integrantes vivos de la Naturaleza” es perfectamente natural que una forma de vida inteligente altere la única herramienta que tienen otras especies para discernir lo que está bien, su instinto, de manera que lo que estas han aprendido en millones de años de contacto con la naturaleza de repente no sirva para nada exponiéndolas a su destrucción. Es una forma de selección natural, aquellas especias tan tontas como para verse influenciadas por un bello proyecto de iluminación merecen desaparecer por inadaptadas, algo perfectamente natural, tan natural como la contaminación y el cambio climático, son cosas tan naturales como lo que deriva de la interacción de cualquier otro ser vivo. Semejante sentencia no puede provocarme otra cosa que una profunda repulsa.

Y para ir acabando, yo no me olvido de ese lamentable espectáculo de las fotos nocturnas, lo que si estamos consiguiendo olvidar en este planeta es la belleza del Universo. Gracias a estos avances tecnológicos, a esta maravilla que es disponer de luz en cualquier momento del día y utilizarla muy mal y demasiado, cada vez conozco más y más niños que en su vida han contemplado la belleza de la Vía Láctea en una noche de verano. Niños que ya no alzan la cabeza para ver el cielo sencillamente porque se han acostumbrado a no ver nada más que un mortecino resplandor naranja. Así pagamos al firmamento el progreso que nos ha ayudado a alcanzar, ocultándolo tras un velo de porquería y estupidez. Todas las civilizaciones han mirado siempre al cielo con preguntas, y la resolución de esas preguntas nos ha dado grandes ventajas que han contribuido a la prosperidad de muchas civilizaciones, como poder anticipar la fecha de las crecidas del Nilo, o hacer posible la navegación que llevó a intrépidos aventureros a explorar tierras perdidas en el océano, sin olvidar que la observación del Universo ha servido para saber mejor quiénes somos y dónde estamos, aparte de habernos planteado mil dudas y misterios, quizá el mejor regalo puede recibir un ente inteligente, algo en que pensar. Después de ese papel tan fundamental que ha jugado en nuestro progreso desde los albores de la humanidad decidimos con arrogancia que podemos prescindir de él porque nosotros podemos ofrecer un espectáculo más bello, la contaminación lumínica proveniente de bellos proyectos de iluminación de perspectiva extraterrestre.

No me extraña que tenga dudas al respecto de la contaminación lumínica, deja patente que no se ha parado a pensar en ella con profundidad, debería pensarse mejor hacer según que afirmaciones con tanta alegría. El señor Lamela es un respetado urbanista, y en cuestiones de urbanismo y arquitectura jamás le discutiré nada por ser como es una autoridad, pero en el tema de la contaminación lumínica ha sido demasiado atrevido a mi modo de ver. Sinceramente, vistas sus opiniones a este respecto no puedo hacer otra cosa que pedir, en el nombre del sentido común, que no se tengan en cuenta sus afirmaciones, y esperar que nunca lleve a término ningún proyecto bajo esa ideología, ni él ni ningún otro. Además quiero dejar patente que tras estas declaraciones cualquier sentimiento de admiración por este hombre que pudiese tener debido a sus obras quedará siempre empañado por lo que creo que es una flagrante falta de respeto por la naturaleza. Eso si, me alegraré mucho si algún día recapacita cambia de opinión, mientras tanto no me caerá especialmente simpático.

Un saludo

1 comentario:

  1. Hola Astrónomo Estrellado, jejej. Aunque intuyo quién eres, no lo tengo claro al 100%.Dame alguna pista. Gracias por visitar Duae Stellae. Por cierto, quiero felicitarte por el estreno de tu blog.Has hecho una excelente crónica sobre el problema de la contaminación lumínica y sus consecuencias. Enhorabuena. Mi aplauso. Me has ganado como seguidor de Divagaciones de una noche estrellada. Un Abrazo.
    Edgar

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